Es sábado a la noche. Me debato entre mirar una serie, atender las redes sociales de Educación Canina Uruguay, mirar el fuego sentado en el sillón al lado de Kala o irme a dormir relativamente temprano aprovechando los últimos días de vacaciones en la educación formal, intentando descansar previo al retorno a clases del lunes.
Entro a redes sociales y no paran de aparecerme publicidades de adiestradores y/o autodenominados entrenadores caninos. Como soy abierto a aprender, y de hecho sigo a muchas escuelas de educación canina de Uruguay y de otras partes del mundo, y he sabido quedarme hasta altas horas de la noche mirando contenido, entro a curiosear.
Me llama poderosamente la atención cómo (más de uno) se denominan creadores de métodos.
Hago una pausa, pienso, y también me permito sentir y reflexionar conscientemente de lo que veo y leo.
¿Podría yo, de no tener una certificación confiar la educación de Kala a una persona que se autodenomina creador de un método? ¿Qué conocimientos previos tiene tal persona para haber llegado a crear un método? ¿En qué se sustenta el método? ¿Tiene un marco teórico de referencia? ¿Podría citarme al menos un autor con bases científicas que sustente al método? ¿Está comprobado tal método? ¿de qué manera está comprobado? ¿Alguien más lo ha puesto a prueba? ¿Saben los creadores del método cómo funciona el método científico?...
Mi camino hacia esta hermosa profesión no fue directo. Tomé muchos otros caminos antes y probablemente tampoco este sea mi destino final. Amo los animales y llegué a la educación canina gracias a Kala quien me terminó de mostrar toda la inteligencia que hay en los animales no humanos y también el amor que tienen para dar. Junté mi amor por los animales, con mi pasión por enseñar y mi atracción por entender el comportamiento en esta tarea que llevo adelante con cada familia que me necesita y se decide por contactarme. Pero no vendo humo ni espejitos de colores. Tampoco utilizo maltrato físico o emocional minimizando los actos o tratando de justificarlos.
Cuando veo una correa apretada al cuello y leo justificaciones como "son dos segundos, al perro no le pasa nada", no puedo no asociarlo a quien da una cachetada y dice "es solo una cachetada, yo aprendí así y no quedé traumado".
Enseñar con métodos basados en el castigo es peligroso. Es peligroso porque en el mejor de los casos el individuo se rebela (digo en el mejor de los casos porque es lo más sano, aunque claro está, la sociedad lo culpará y pedirá el castigo máximo). En el peor de los casos vivirá como un ser que aparentemente está adaptado a la vida en sociedad pero que internamente sufre. Sufre el estrés constante por sentirse indefenso. Sufre el dolor de no poder hacer nada para zafar, porque si hace algo, el castigo puede ser mayor.
Fueron grandes pensadores que han sentado las bases para el estudio del comportamiento (también humano) los que he estudiado para educar a los perros como lo hago para luego encontrarme con personas que en cuestión de unos pocos meses crean métodos.
Probablemente muchos hemos escuchado de Pavlov y sus perros o de los experimentos en las cajas de Skinner. Condicionamiento clásico y condicionamiento operante. Dos grandes conceptos de la psicólogia que se aplican no solamente a perros y otros vertebrados sino también a humanos. Refuerzos positivos y negativos, castigos positivos y negativos, estrés, umwelt, bienestar, emociones, comunicación canina, son algunos pocos conceptos que se me van ocurriendo mientras escribo estas líneas y que considero que todo educador canino debería manejar mínimamente para entender cómo aprende y siente un perro. Cualquiera que lea y entienda de estos conceptos podrá deducir rápidamente que hay poco para inventar. Todo está estudiado desde hace casi un siglo, y lo único que podemos hacer es perfeccionarnos.
Producto tal vez de que a nuestra latitudes la información llega más tarde o de que hay gente que da por verdad lo que otros le cuentan sin confirmarlo leyendo artículos científicos es que se siguen reproduciendo ideas que ya han sido refutadas.
David Mech fue un científico que estudió a los lobos en cautiverio (recordemos que el perro evoluciona del lobo). En sus investigaciones en los años 70´s David publicó haber recavado evidencia suficiente para decir que los lobos establecían jerarquías, existiendo entonces en una manada, lobos alfa, beta ... (dominantes y sumisos). Algunos importantes adiestradores, incluso famosos por tener sus programas de televisión en grandes cadenas internacionales se atrevieron a dar un paso más, y hablar de que el humano debía ser el alfa para los perros con los que convivía. De que debíamos someter a los perros y que ellos nos reconocieran arriba en la escala jerárquica.
Tiempo después de sus anuncios Mech debió salir a los medios a desmentirse. Parece que con el dinero que obtuvo por sus primeros anuncios, logró perfeccionar las investigaciones, no solamente estudiando lobos en cautiverio sino también en el ámbito salvaje y encontró que las jerarquías entre lobos no existían. O que incluso si para un recurso dado un individuo podía mostrarse dominante, no lo era para otros recursos. También se logró demostrar que los perros no funcionan exactamente igual que los lobos. Y además que los perros no ven en los humanos un similar con quien deban competir o establecer una relación de poder. Hemos evolucionado juntos. Las sociedades humanas necesitan de los perros tanto como los perros necesitan de los humanos. En este sentido y abordando conceptos específicos de la biología, estamos más cerca de establecer un vínculo de mutualismo que de competencia.
Por todo lo expresado anteriormente es que me indigna ver como algunos colegas del rubro (colegas en el entendido de que nos dedicamos a los mismo -aunque no-), dicen crear métodos. Porque nada de lo que hacemos es estrictamente nuevo. Y si lo fuera: ¿Confiarías la salud emocional de tu perro a alguien que está poniendo a prueba un método?
Yo no.